Llorar no sería la solución más acertada. Pero sería la mejor forma de desahogarse. Si el alma siente un dolor así, es muy difícil perdonar. Pero a veces es necesario matar las dudas y hablar las cosas, aunque éstas dañen. Es mucho mejor vivir con la verdad.
Decir que no estoy dolida, es mentira. Que no me mato por saciar la curiosidad y saber toda la verdad, también. Pero es tan difícil llegar a un punto de no alterarme ni caer en malas vibras.
Ahora es cuando una aprecia la verdad, ni si quiera cuando una persona ajena a ti te miente es desagradable. Lo es cuando hablamos de una traición.
Es tan doloroso saber que no cuento de verdad con quienes creí que podía contar. Caer tan duro, después de varios años de creer que tenía amigas y de repente darme cuenta de que tal vez no lo son.
La incertidumbre me mata.
El dolor me mata.
No confiar, no poder confiar en personas que siempre confié es un golpe duro. Nada volverá a ser lo mismo.
Ah, madurar el concepto de amistad me dijeron que era.
¿Pero tan duro?
¿Tan doloroso?
Qué desilusión más grande.
En estos momentos es cuando agradezco tener todavía personas a mi lado. Que me quieren con defectos y virtudes, tal como yo los quiero. Que me apoyan. Que saben lo que me pasa.
Si tan sólo supieran lo amargo que es.
Si tan sólo supieran cómo duele saber que no era lo que yo pensaba que era...
¿Amigas?
Já.

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