Recuerdos de cuando éramos unos niños tranquilos y sin preocupaciones más que jugar al pillarse y la escondida.
Por entonces tendríamos unos siete años, si es que no es más, pero la verdad es que ha pasado tanto tiempo que ya ni lo recuerdo. Éramos los mejores amigos.
Por las tardes, cuando ya no estaba ese sol radiante y calorífico salíamos al famoso pasaje y jugábamos alguna tontería; algún juego clásico de la época: el tombo, el luche, el pillarse... Cosas que ya no se juegan hoy en día, era una magia que se ha perdido con el tiempo.
Cuando miraba a los niños me acordaba que eso no era así en mis tiempos. Y suena bastante raro proviniendo de mí.
Me acuerdo de demasiadas cosas, que valen la pena contar, pero entre nosotros y mantenerlo en secreto. El primer beso, mi primera comunión, un cumpleaños de la Tamy, los permisos limitados del Cri, los vecinos locos, el Scamp pelota, los juegos a las barbies, al restaurante y muchas cosas más compartidas.
Toda nuestra infancia vivida en plenitud; hasta que llegó el día que me cambié de casa.
Ahí se empezó a limitar el contacto y ya no era como antes, pero recuerdo haber ido un par de veces y pasé por sus casas. Cuando supuestamente fui a visitar a mi abuelita que vivía (y sigue viviendo) en la casa que era la mía.
La última vez que estuvimos juntos fue para mi primer cumpleaños acá (el número 11), donde vivo actualmente, recuerdo que me sentí feliz de verlos.
Después me enteré que la Tamy se había cambiado y como iba poco, con el tiempo perdí todo el contacto. Y finalmente, se fue el Cri.
Y así, pasaron los años...
Y aún los recuerdo.
Y esa llamada que tuve esta mañana:
-¿Aló? -la voz de un chico me respondió:
-¿Aló, Cony?
-¿Sí...? -¿lo conocía?
-¿No te acuerdas de mí, cierto? -No, claro que no. No reconocía esa voz.
-No...
-Soy el Cristopher...
Amigos de infancia
domingo, 30 de diciembre de 2007
Publicado por Diana Prenze en 8:34
Etiquetas: recuerdos, reencuentro, verano
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