Después de un día de lo más extraño, llegué a la conclusión de que hay ciertas cosas (o personas) que es mejor olvidar. Y se preguntarán ¿qué es lo que tiene que ver mi día con eso?, porque no lo necesito saber solo por el día que tuve, sino más bien por mis propios pensamientos y prejuicios. Pero ese día que no tiene ni fecha ni nombre, me sirvió bastante: como para darme cuenta de que si mi corazón está aplastado y magullado en el piso, alguien puede venir -y perfectamente- recogerlo y devolvérmelo, ¡porque no se lo queda, no, señor!.
La amabilidad de este personaje llegó a calar en mí a tal punto que me dije: "Puedes volver a intentarlo".
Porque es cierto; puedo y quiero hacerlo.
Y ahora estoy en un proceso que llamaré -a falta de un mejor nombre- "nuevas esperanzas". Si ahora que lo pienso, soy una chica de lo más simpática -cuando quiero- y bonita -si peco de vanidosa-, ¿porqué no buscarme una oportunidad, por último, para conocer nuevos amigos?
Mis antiguos sufrimientos carecían de sentido -o quizá no tanto, pero quiero creer que sí-. Ahora hay una nueva yo y quiero disfrutarla al máximo.
...nacen nuevas esperanzas.
sábado, 8 de diciembre de 2007
Publicado por Diana Prenze en 13:02
Etiquetas: de mi, sentimientos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

1 comentarios:
Si no te das una oportunidad tu misma, ¿quién lo hará?
Adelante y sal a perseguir todo aquello que tus manos no puedan alcanzar si te quedas donde estás.
Publicar un comentario